Ya sea una oficina pública o un yacimiento minero, toda actividad productiva o de servicios debe estructurar sus programas de higiene y seguridad laboral, de acuerdo con una serie de principios globales destinados a reforzar tanto el compromiso de las empresas como de los trabajadores.
Prevenir los accidentes laborales, especialmente aquellos que pueden ocurrir en el mismo lugar de trabajo, representa un desafío que involucra tanto a trabajadores como empleadores.
En tal sentido, es importante recordar que los programas de prevención no son simples orientaciones unilaterales que el trabajador está obligado a “memorizar”. Por el contrario, la salud y seguridad ocupacional conforman una disciplina ágil y dinámica, y desde ese punto de vista, las empresas cumplen un papel fundamental como entes capaces de transmitir esa agilidad en todo orden de cosas.
Por ello, sus expertos no sólo deben proponer acciones que fomenten la seguridad general e individual de los equipos, sino también realizar los esfuerzos necesarios para informar de manera constante y dinámica, contribuyendo así a reforzar el sentido de responsabilidad y compromiso de los trabajadores.
Sólo de este modo será posible diseñar, implementar y optimizar un procedimiento de salud y seguridad ocupacional eficaz y eficiente, que resguarde tanto la integridad individual de cada colaborador, como la de todos los demás integrantes del equipo.
Escenario desafiante de la seguridad laboral
Las estadísticas del Instituto de Seguridad Laboral, muestran que sólo durante 2020 se produjeron en nuestro país 130 accidentes graves, de los cuales 19 tuvieron resultados fatales. Un registro negativo que incluye a prácticamente todos los sectores productivos y de servicios, tanto del sector público como privado.
Es por ello que, desde diversos sectores, se hace especial énfasis en que los profesionales del área de Seguridad y Salud Ocupacional trabajen sobre la base de principios claros, precisos y redundantes. Sólo de este modo, se tendrá la seguridad de que el resto de los trabajadores podrá recordar y enfatizar en su desempeño diario los aspectos clave de toda estrategia de protección.
Al respecto, los expertos de la Asociación Chilena de Seguridad, proponen trabajar siempre a partir de las siguientes cinco áreas básicas:
1. Revisar y estudiar el reglamento interno
Por ley, toda empresa debe contar con un reglamento interno de higiene y seguridad. En este documento se detallan aspectos tan importantes como las acciones que no se pueden realizar, porque implican un riesgo para la integridad personal o la de los demás compañeros de trabajo. Asimismo, deben recalcar qué elementos de protección personal se deben utilizar, de acuerdo a las características propias de la labor realizada.
Estos pueden ir, por ejemplo, desde un teclado ergonómico que ayude a prevenir las lesiones de muñecas, hasta un traje de protección biológico.
Es importante que este reglamento interno sea conocido por todos los integrantes de la organización. Y si aún hay trabajadores que lo desconocen, o no lo han leído, es deber de los encargados del área de Seguridad y Salud Ocupacional, adoptar todas las medidas tendientes a solucionar esa debilidad y darlo a conocer.
Puede hacerse, por ejemplo, mediante boletines periódicos, correos electrónicos, mensajes de texto, grupos de WhatsApp, interacción a través de redes sociales o mediante aplicaciones digitales especializadas, entre otras opciones.
También se puede recurrir a encuestas o, incluso, a concursos tipo trivia, para evaluar el nivel de conocimiento por parte de los trabajadores. Pueden entregarse premios, u otro tipo de compensaciones laborales como cursos o beneficios médicos, de modo de incentivar en forma lúdica el aprendizaje.
2. Capacitar al personal para actuar ante una emergencia de seguridad laboral
Las emergencias laborales pueden ser muy diversas, como la caída de un servidor en una oficina bancaria, la suspensión de suministro eléctrico en una fábrica de pan, o el derrumbe de una sección de un yacimiento minero. Sin embargo, todas tienen como denominador común la necesidad de que los trabajadores, tanto subordinados, como jefes y directivos, estén permanentemente capacitados para actuar y tomar las medidas pertinentes.
Al mismo tiempo, es necesario recordar que, en un entorno ágil y sometido a constantes transformaciones tecnológicas y culturales como el actual, estos conocimientos deben perfeccionarse y modernizarse de manera constante.
Una recomendación que nace, además, de la certeza de que cada nuevo cambio o transformación trae consigo, a la vez, el surgimiento de nuevos peligros y riesgos para la seguridad de las empresas y de sus trabajadores.
Sólo de este modo, los profesionales del área de Seguridad y Salud Ocupacional, tendrán la capacidad de entregar a la fuerza laboral, herramientas valiosas para poner en práctica diariamente los respectivos planes de prevención, de modo de hacer más seguro el lugar de trabajo. Más allá de que este sea una oficina pública o un yacimiento minero.
3. Informarse sobre los riesgos asociados a la seguridad laboral
Si bien es cierto que, en este punto específico, la primera responsabilidad es, ante todo, de la empresa; también es importante que los trabajadores tengan una actitud proactiva y comprometida con la seguridad personal y colectiva.
Al respecto, los encargados del área de Seguridad y Salud Ocupacional deben enfatizar permanentemente, a todos los trabajadores, que, ante cualquier duda sobre algún procedimiento, tarea o función, es mejor realizar las consultas previas pertinentes para no exponerse a ningún riesgo.
Más aún, es necesario enfatizar al trabajador, especialmente si recién se incorpora a sus funciones específicas, que, si se encuentra en una situación como esa, debe pedir toda la información necesaria antes de realizar alguna acción que pueda conllevar riesgo para su seguridad.
Una aplicación eficiente de este principio se traducirá en una menor tasa de accidentes y una mayor proporción de espacios seguros para todo el equipo, especialmente en aquellas faenas de alto impacto o peligro potencial, como las actividades industriales, forestales o mineras, entre otras similares.
4. Mantenerse alerta e informar sobre cualquier situación irregular
¿Qué ocurre si un trabajador descubre que, al momento de operar una máquina, esta no funciona correctamente? Se debe informar de manera inmediata y oportuna a la jefatura, para que los técnicos, o el personal a cargo, solucionen dicho problema. El trabajador nunca debe, por ejemplo, intentar una reparación por su cuenta, en especial si no cuenta con los conocimientos necesarios para ello.
Los encargados del área de Salud y Seguridad Ocupacional deben recalcar permanentemente esta situación, mediante todos los canales de comunicación disponibles, incluyendo los digitales. Más aún, deben recurrir, de preferencia, a casos prácticos que sean más fáciles de entender por parte de la fuerza laboral.
Por ejemplo, explicar que, ante situaciones de riesgo como líquidos derramados en el suelo, presencia de humo, alto número de vibraciones en la maquinaria, o interrupciones constantes del suministro eléctrico, entre otras posibles instancias, se debe dar aviso pertinente para resolver el problema y así evitar que otros trabajadores se accidenten a su vez.
Del mismo modo, es importante recalcar a la fuerza laboral que, si sus elementos de protección personal se rompen o sufren un desperfecto, también deben avisar oportunamente al área encargada, para que los repongan de inmediato.
Nunca se debe realizar alguna tarea o labor que conlleve riesgo para la salud e integridad personal, sin contar con las herramientas adecuadas, o el equipo de protección debidamente certificado y revisado. Esto incluye desde trajes y prendas, hasta herramientas y maquinarias.
5. Profundizar el autocuidado
El autocuidado es la base de todo programa de prevención de accidentes, y en él se resumen todas las recomendaciones entregadas previamente.
Esta condición implica tener, en forma permanente, una actitud que va más allá de las condiciones de trabajo y las características del entorno. Implica tener conciencia de que es la conducta que siempre se debe adoptar, para proteger tanto la salud y seguridad personal, como la de los demás integrantes del equipo.
Ello implica tener conciencia respecto de los riesgos específicos inherentes a la actividad u obra realizada, como condición clave para evitar exponerse de manera innecesaria, involuntaria o irresponsable, a algún peligro.
Principios que, concretados de manera efectiva en reglamentos específicos para cada actividad, incrementarán la seguridad del personal, construirán un área de trabajo protegida, y ayudarán además a optimizar la competitividad de toda la empresa.