Cómo enfrentar un accidente de un auto de la empresa

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Conducir un auto de la empresa como parte del trabajo cotidiano conlleva peligros y responsabilidades, compartidas tanto por el trabajador como por su empleador. Para afrontar este escenario se deben adoptar precauciones básicas, como respetar la ley de Tránsito y practicar los respectivos mantenimientos preventivos, entre otras consideraciones indispensables.

Hemos visto en otros artículos que la logística es uno de los pilares fundamentales para el crecimiento y consolidación de toda empresa. Esto se traduce en gran cantidad de vehículos empresariales, livianos y pesados, circulando por calles y carreteras de todo el mundo. Circunstancia que, a su vez, implica mayor probabilidad de tener un accidente con alguno de ellos.

Se trata de una realidad innegable, particularmente, en nuestro país donde una proporción cada vez mayor de la población tiene acceso al auto propio.

Cómo se definen las responsabilidades

Cuando se conduce un vehículo de la empresa se adquiere una “responsabilidad de doble sentido”. Si bien es cierto que los trabajadores/conductores son responsables de su comportamiento al volante, el empleador tampoco puede eludir su responsabilidad al momento de enfrentar las consecuencias de un accidente causado por alguno de los activos de la empresa.

Esto es aún más evidente si el conductor del vehículo empresarial actúa de manera irresponsable, reincide constantemente en conductas peligrosas, y su empleador no hace nada para evitarlo, a pesar de tener conciencia de los peligros asociados a este tipo de irresponsabilidades.

Por ello, tanto el empresario como los equipos de seguridad y capacitación de la organización, tienen el deber de educar la conducta vial de todos los trabajadores que se sientan al volante de un auto de la compañía. No sólo porque es un activo que se debe cuidar, sino porque también está involucrada la vida y la salud del trabajador y los demás usuarios de calles y carreteras.

Según explican los expertos en derecho, en estricta teoría el accidente causado por un vehículo de empresa en Chile puede originar dos clases de responsabilidad civil:

a) La contractual, si, previo al daño, hubo un contrato entre el empresario y la víctima (por ejemplo, un contrato de transporte terrestre). 

b) La extracontractual, si el daño se produjo sin existir dicho vínculo previo, o bien, si el daño se produjo con total independencia de un vínculo contractual. 

Un claro ejemplo de esta última variable lo constituyen aquellos accidentes con resultado de daño a peatones, ciclistas, otros conductores e, incluso, pasajeros invitados (aquellos recogidos por el conductor durante un viaje interurbano o interregional).

Para cada uno de estos casos existen diversos mecanismos reparación, así como seguros específicos, cuya cobertura varía de acuerdo con el accidente o las respectivas condiciones contractuales establecidas entre las partes.

Cuándo son responsables los conductores

La responsabilidad civil por las lesiones a otras personas o los daños causados por un auto de la empresa corresponde en primer término a su propietario. En este caso, la empresa o su representante legal. 

Sin embargo, la Ley también establece que los conductores no propietarios pueden ser solidariamente responsables por daños o lesiones causados en un accidente, si se cumplen algunas de las siguientes condiciones:

  • Conducir sin tener licencia, o empleando una que no corresponda al tipo de vehículo conducido. En Chile, por ejemplo, esta condición puede darse si se conduce un camión, minibús para más de ocho pasajeros, o un auto de alquiler, teniendo sólo licencia “Clase B”.
  • Conducir a exceso de velocidad, sin estar atento a las condiciones del tránsito, hablando por teléfono, o sin respetar las señales de circulación.
  • Transportar carga sin asegurarla en forma apropiada.
  • No estar en condiciones de conducir por encontrarse en estado de ebriedad, bajo la influencia de drogas o sometido a los efectos de algún medicamento incapacitante.

Cómo debe actuar el empresario

En primer término, los supervisores, jefes o representantes legales de la empresa, según corresponda a su ordenamiento interno, deben hacer todo lo necesario para que sus conductores se comporten de manera atenta, segura y eficiente durante el trabajo de conducción. Ya sea dentro de las instalaciones de la empresa (como en una mina, construcción o faena forestal), como en los recorridos fuera (en ciudad o carretera).

Esto es igualmente válido cuando la acción de conducir un auto de la empresa forma parte del trabajo (en las empresas de transporte y logística), o constituya un desplazamiento desde o hacia el lugar de trabajo habitual (para acudir a una reunión o para dirigirse desde o hacia el domicilio, en un vehículo proporcionado por la empresa para tal fin).

En cada una de estas situaciones, el empresario debe adoptar todas las acciones pertinentes para garantizar la salud, seguridad y bienestar, tanto de tus empleados como de los demás usuarios de calles y carreteras.

Esto implica, necesariamente, preocuparse de que la persona practique una conducción segura y, al mismo tiempo, utilice vehículos en buen estado mecánico.  

También es deber del empleador verificar que los trabajadores que conducirán alguno de los vehículos de la empresa tengan el permiso de conducir correcto y vigente. En Chile, esto implica Licencia “Clase B”, para autos y camionetas; y Clase A (de diversos tipos), para taxis, taxis colectivos, camiones, buses y minibuses de pasajeros.

Además, es importante verificar la hoja de vida de cada conductor, para comprobar periódicamente si ha cometido faltas graves o gravísimas, o si tiene su licencia retenida o suspendida por este motivo.

Del mismo modo, es importante proporcionar al trabajador-conductor constantes cursos de capacitación y formación de seguridad, incluyendo técnicas de conducción defensiva y de buen comportamiento en las vías. Esto incluye el adecuado conocimiento y cumplimiento de las leyes del Tránsito (como respetar semáforos y cruces señalizados, ceder la preferencia en pasos peatonales, y no hablar por teléfono mientras se conduce, entre otros aspectos).

También hay que asegurarse de que los empleados estén en buena forma física para conducir. En especial aquellos que utilicen licencias Clase A y manejan vehículos pesados o transportan pasajeros como labor habitual. A este aspecto se suma la necesidad de controlar estricta y periódicamente, mediante sistemas computacionales y aplicaciones online, las jornadas laborales. 

En Chile, la Ley establece específicamente que los conductores profesionales, tanto de carga como de pasajeros, no deben conducir más de cinco horas continuas, después de las cuales debe tener un descanso cuya duración mínima debe ser de dos horas

Y… ¿Qué sucede con el auto de la empresa?

En todos estos casos, el deber de la empresa y sus representantes legales radica en comprobar y revisar constantemente que los vehículos utilizados para transportar a sus personal o sus cargas sean:

  • Adecuados para el trabajo. Un auto es perfecto para trasladar trabajadores hacia reuniones o citas con clientes, pero si se distribuye mercadería, por ejemplo, se requiere un furgón o camioneta.
  • Revisados y mantenidos regularmente. Por lo general los fabricantes automotores recomiendan una revisión intensiva preventiva cada 12 meses, o tras 10.000 kilómetros, en especial si se trata de vehículos con alto grado de uso en ciudad o carretera. 

Para ello también se puede usar una app o software especializado que permita aplicar un checklist detallado de cada una de las variables que deben verificarse, de modo tal que el mantenimiento preventivo se lleve a cabo en forma detallada y eficiente.

Este cuidado como empresario también se aplica en aquellos casos donde se utilicen vehículos de contratistas o subcontratistas, e incluso, si los trabajadores usan su propio auto para tareas de trabajo, las cuales se sugiere que estén debidamente especificadas en sus respectivos contratos.

De hecho, también es necesario verificar la ruta que se va a seguir, porque existen diversas consideraciones que no siempre se toman en cuenta, tales como:

  • Restricciones de altura y peso en puentes y túneles
  • Presencia de instalaciones de servicio a intervalos regulares (para cargar combustible o resolver desperfectos mecánicos eventuales).
  • Condiciones de tránsito.
  • Estado del clima.


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Sobre el autor

Francisco Gonzalez

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